miércoles, 7 de marzo de 2012

Todo lo que necesito

A penas ayer tenía seis años. Cierro los ojos y veo frente a mí la perilla y el borde del lavamanos, todas esas cosas que para mí siempre estuvieron más arriba, que para el resto. Yo, ubicada en el centro de mi universo, un punto en la nada de las consciencias que me rodeaban; en la abstracción de un espacio al que le di la cualidad de amenazante.

Cierro los ojos y recuerdo las voces, las presencias, esas que estando cerca, del otro lado del muro, jamás se enteraron de mi realidad: temor. Temor y absoluta falta de voluntad ante lo que inunda mis recuerdos.

No noto la brecha que separa mi infancia con el ahora. Soy la misma niña flagelada por un ente que ya no necesita cuerpo para hacerse presente. Aparece en mis sueños, en cada excusa para alejarme del mundo. Sin querer me enseñó a desear cosas que temo tener y que anhelo.

Hoy veo a través del aparador y ahí está un universo distinto, un todo que deseo rodear con mis brazos. Es uno en el que quería vivir, que sí elegí, que me fascina, pero el miedo antaño no me dejó cruzar la vidriera. Me he conformado entonces a mirarlo, a saber que ahí está, y su sola presencia alimenta mi vida, me hace pensar en mañana. Así veo que no tengo lo que quiero, pero estar cerca es todo lo que necesito. Después de todo, crecí sobreviviendo de abstracciones.

sábado, 18 de febrero de 2012

Día del amor

14 de febrero, día malinterpretado, desperdiciado; usado como excusa de los rencorosos del romance, y en el mejor de los casos, como día del amor.

Día de aniversario en mi caso, de una boda en fragmento. Un holiday para comprar las mejores rosas, los detalles más rojos o afelpados, pero sobre todo, fecha en que conmemoro el retorno de la memoria.

Una noche como esa, hace a penas un suspiro, asidas de la excusa de la amistad, mi consciencia se durmió y encarné de nuevo a alguien que fui, alguien que tú reconociste y conoces muy bien. ¿Qué es lo que yo festejo cada mediados de febrero?... eso, el haberte confesado, por milésima y primera vez, el amor infinito que me da forma, mi amor que se alimenta de ti. No fue una sorpresa, lo vi en tu nostálgico rostro; sorpresivo fue para mí llenarme de tanta emoción, de pronto, en ese momento, hasta sentir que mi pecho explotaría. Era llanamente lo que siempre he guardado allí en el corazón, el mismo amor del que toda la vida estuve enamorada y que me hacía elevar la mirada al cielo, buscando en la luna tu reflejo y ver huellas de tu andar.

El tiempo habló no obstante, mezclando el pasado con lo que ahora es otro pasado, un adiós y un reencuentro, que hoy forma parte del ayer que recuerdo, que conmemoro cada año. Pero este año, este año no estuvimos juntas, no físicamente, aún cuando yo estuve contigo todo el tiempo.

No reprocho, aun cuando mencionarlo me contradiga, el que tu corazón tenga tantos cuartos; mas me hubiese gustado compartir la alcoba de tu mente, contigo y con quien te ama como yo.

No celebré, conmemoré sin ti el haberte encontrado. No estuvo tan mal, porque mil días aparte me has dado, aunque disculpa mi avaricia, creo que podría ser más.

Vives en mi mundo, duermes en mi cama, te importuno con mis banales preocupaciones caseras, ¿cómo puedo ser yo el secreto?, ¿en qué momento la Familia Feliz se hizo peligrosa de nombrar?

Hace tiempo que te di mi corazón y lo tomaste, vive en una habitación junto al tuyo, así que dime, ¿no hay espacio en tu nueva alcoba?, ¿es acaso la habitación principal?, yo sabía que éstas solían ser grandes; porque ¿sabes?, la mía es tan inmensa, que cabes entera junto con él. Si no me alojas con ustedes, ¿puedo hacerlo yo?... lo siento, pero aunque te negaras, ya lo estoy haciendo, ya los hice parte mía, y mi necesidad de reconocimiento llena mi ego con el anhelo de contagiarte el ánimo.