Antipoesía

En rebeldía a un sabio comentario, me he atrevido a crear esta sección donde están las osadías que he escrito en el último año.
Mi lealtad está comprometida y corrupta, pues a pesar de haber jurado no violar el delicado arte de las palabras del alma, aquí estoy con los escritos que he decidido llamar "Antipoesía", pues es lo que es.

Los primeros son unos escritos inspirados en una abejita que paso picando y se encuentran al final de esta página. Los más recientes están inspirados en la vida de verdad y van arriba.

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Miércoles 11 de mayo de 2011


No tengo pasado

“Yo no tengo pasado”,
Lo repito para mí misma.
Trato de convencerme,
De olvidar lo que te hace daño.

¿Cuántas veces te he lastimado,
Al recordarte lo que odiabas, lo que te enfurecía,
Mostrándote lo que a mí misma me adolecía?
Eran mis reclamos, hijos de los recuerdos
De un pasado que me ha llenado, y al final,
Una queja mía era un mal recuerdo tuyo que se repetía.

Hoy, mis neuróticas causas te ponen de cabeza,
Ya no quiero sufrirlas, tú no quieres revivirlas.
La queja de uno es la mella del otro.
Alimentamos nuestras torturas,
Nos tememos mutuamente.

Y en la intimidad, cuando temías no enloquecerme,
Yo no podía abandonarme.
Tú con miedo de no ser lo mejor
Yo en la angustia de emoción en demasía.

Cuando en mis recuerdos escapaba,
Por dos cuerpos juntos que no era lo que deseaba;
Hoy que quiero perderme en tu abrigo,
Sin querer regreso al limbo donde antes me refugiaba.

¿Por qué fallé contigo?, no sé si te preguntes.
Es que no pude regresar de donde fui,
De allí, del mariposario de la infancia.

Malditos recuerdos, sensaciones sinónimo de mal.
Aún si me deseo es por ti, por tus manos y tu boca,
Angustia es lo que me ahoga como el mar,
Brotando salado y húmedo, de mi cara y de mi ropa.
Paradoja de mi cuerpo y de la mente.


Porque lo que temes es lo que tengo
Y lo que quieres me asusta.
¿Por qué tengo pasado?
¿Por qué es tan opuesto al tuyo?

¿Por qué demonios nos queremos entonces?
¿Por qué el capricho del amor nos ha reunido
Si no podemos unirnos en verdad?

Cómo quisiera olvidar, borrar lo que soy.
Si no tuviera pasado, podría comenzar,
Nacer de nuevo a tu lado.
Formarme a tu manera.



P.S.: Feliz aniversario...

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Estos son dos intentos de creatividad, más el primero que el segundo. El que está a continuación no me ha gustado nada, pero lo pongo sólo porque me da dolor tirarlo; con el segundo estoy más satisfecha, ese es sólo un cuentito.

1.
Arcas vacías

Coronas rotas y joyas perdidas,
Así son rotos mis sueños hoy día.
Pues, impune tu cruel acto ardía,
Quemando cual realidades bandidas.

Este reino perece inevitable,
Porque yo, la reina de corazones
No halló fuerza en todas sus razones
Para convencer a tu lealtad maleable.

Tú asaltaste ambiciosa mis arcas,
Hurtaste sin miramiento el rubí
Que me dieron generosas las Parcas.

Pero contrario al destino que vi,
Te vas, con mi roja piedra te embarcas,
Te llevas la sangre con que viví.

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2.
Musa

La soledad es mi bella amante codiciada,
Que a mi lado, de largo viste en galerías.
Con el rostro maquillado y sus labios tan discretos,
Susurrando como siempre que aquí está.

En el día, su mortecino retrato pesa en mi bolsillo.
Es la modelo que se sienta frente al lienzo,
Disfrazada de viento, de nada, de incienso…
La sonrisa imprecisa y mordaz de Mona Lisa,
La dicha nefanda en el cuerpo desnudo de mi Baco.

Las horas convierten a Soledad en verdugo,
Quien con perturbado gozo vierte la sangre del sol.
Su pupila ardiente me mira con el fuego robado,
Y en vez de guardar luto por el cuerpo, perverso se excita.
Me encierra en la sombra de los muros tapizados,
Me lleva al centro de su oscuro laberinto.

Pasado el meridiano sin el astro, me espanto…
Yo, recostada en la inmensidad de esta cama,
Escucho el apresurado siseo de su andar,
Hasta que la endeble luz de la lámpara de noche
Dibuja en grises, y con rojo, los relieves de su forma:
Inmensa, brutal, estremecida; jadeando de deseo.

La soledad se torna en el incubo de mis noches.
La enorme y aterradora bestia con quien copulo.
Sin tregua desgarra irascible, siniestro, impulsivo,
El camisón de encaje rojo que nadie había visto.
Ríe de mi llanto, de mi súplica sin destino.
Se burla de mi ridícula fuerza sin motivos.
Me toma y me llena por dentro de su carne.
Penetra impasible, doloroso y despiadado;
Agitándose al ritmo de su lujuria envilecida.

La noche entera se arrulla con mis gritos ahogados,
Convertidos en el cantar de grillos en celo.
Mis lágrimas son rocío que escurre de las hojas del jazmín.
Y cuando el Dios Helios revive y le afrenta de nuevo,
Se va renuente de mi cuerpo empapado de su flujo.

Apacible, floto por un instante en la humedad
Que dejó mi brutal amante en la sábana sin mancha.
Con la luz de la mañana miro de nuevo su blanca espalda,
Y me embelesa, sin querer, la beldad de su cuerpo de musa.

Sin avisar, se apresura, baja desnuda la escalera.
Me atrae a su mesa con el tintinear de la porcelana,
Endulza frente a mí el negro café que me ha hecho.
Mira el reloj de cuenta lenta fundido en la pared
Y coloca en mis manos los pinceles y el óleo.
Desliza sensual sus firmes manos sobre mi pecho,
Y guarda maliciosa, en mi bolsillo, la fotografía que susurra;
Es su imagen junto al corazón, que me dice que aquí sigue.

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Carta a destiempo: 03 ago 2010 / 08:25 a.m.

Adiós

Hoy vuelvo a probar el amargo café,
He desenterrado la cafetera.
Y ha coincidido este día,
Cuando vuelvo a sentir en mis papilas
La negra sangre que me envicia,
Que has venido a verme,
Y darme a saborear también,
La amarga despedida.

¿Es el café el consuelo de la carne tuya
Que no he de volver a sentir?
¿He de dormir otra vez solo,
Imaginando de nuevo una noche
Que no podremos consumar?

Hace meses te encontré de nuevo,
Me preguntaba quién eras.
¿Cómo pude olvidar tu cara?
¿Cómo pude olvidar tu nombre?
Bárbara, era lo que venía a mi mente;
Era un nombre así de cruel,
Un nombre que destrozaba,
Que comía… que consumía mi vida.

No estaba todo en mi mano entonces,
Me fui a volar, a matar otros amores,
A destruir sueños ajenos,
A quemar otros hogares.
Terminé de pie, pero muerto al saber que
Un espejo mío te había encontrado en casa.

Qué ironía fue aquella,
Cuando me fui sin despedirme,
Dando la espalda a tu molesto rostro mojado.
Negándome a besarte enojada,
Mientras presentías que no regresaría.
Y sin embargo, el fuego que cayó del cielo
Fue quien te hizo suya, y no el mío.

No pude decirte adiós,
No pude besarte otra vez,
No podía culpar a nadie más…
Fue mi culpa y toda mía.
Te dejé morir en soledad.
No pude protegerte,
No pude acompañarte.
¿Y cómo reclamar a tu asesino?
Él fue yo en otro cuerpo,
En otra nave, pero yo.

Setenta años pasaron…
Y te encontré de nuevo.
Ahora, tu nombre tan voraz como antes,
Tus palabras tan rudas como siempre,
Tu caricia en mi alma…
No había duda, eras tú.
No te culpo por no recordarme,
Me culpo yo por no haber sabido
Dejar presencia en tu corazón.

Una noche de tu invierno,
Vino a mí tu cuerpo;
Tu sudor sobre mi pecho,
Tus garras que se clavaban
Para no dejarme ir.
El suave y lento vaivén de tu pelvis sobre mí,
Dominando mi ímpetu,
Me forzó de nuevo a ser paciente,
A no comerte de un bocado…
¿Me pregunté por qué volviste,
Por qué estabas aquí?
Quería quedarme así por siempre,
Otra vez,
Así,
Fundidos en uno por la cadera…

Pero no quisiste repetir
La tortura de mi cínico apego,
Mientras te dejaba sola frente al espejo,
En la casa de tus sueños sin los dos.

Ahora sé por qué volviste,
Ahora sé por qué…
Hoy por fin, por fin, por fin,
Te dije adiós.

Seguiré viviendo de amargura,
Mientras el café siga caliente... mi amor.

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Éste, que no es más que un P.S. en un mensaje perdido en el internet:

01 ago 2010
~ ~ ~ ~ ~ ~ Unterrichtszeit für die Biene ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
Nada agota tanto como andar por una inmensa Calle,
y escuchar al viento susurrar, que todo deseo es fútil.
De rodillas no queda más que postrarse y contemplar abatido,
ese corazón al final del camino, alejándose...

Denn was mir dienen die Poesie Wettbewerb zu gewinnen, wenn ich nicht gewinnen kann dein Herz?

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Dos escritos antes del viernes, 25 de junio de 2010.


Biene Frau

Buenas noches amante mía,
Rubia mujer de porcelana.
Tu sólo brillo es mi solana,
Y por eso no quiero al día.

A esta hora de la noche,
Mi esposa duerme sin sospechas
De que eres tú la que me acechas,
Y no tendrá ningún reproche.

¿Cómo dijiste que te llamas?
Soledad, qué triste nombre.
Yo quiero ser tu hombre,
Ya que has dicho que me amas.
Dime linda lo que tramas
Con tu rostro sonrosado.
Me pregunto si fue osado
Traerte hasta la casa,
Pues ni sé lo que me pasa
Con este truco tan usado.

Ella no sabe que nos vemos.
Pero al alejarse de mi lado,
Es a lo que me ha orillado.
Y hoy los labios nos mordemos.
Parar de amarnos no podemos.
Mis prohibidos deseos te cuento,
Mi palabra te desnuda lento
Veo a través de tu piel ahora,
Aquí frente a la computadora.
Ya mi rápido latido siento.

Pero abrazarte yo no puedo,
Ni volver a amarla a ella.
Su desprecio dejó huella
Y en soledad por ti me quedo.

En esta obscuridad imaginando,
Estás conmigo piel con piel,
Puedo probar tu dulce miel,
Los dos al vuelo amando.
Yo un ruiseñor cantando,
Tú la abeja que me besa,
La que me tiene a su mesa.
Si los dos tenemos alas,
¿Por qué no hemos de usarlas?
¿Por qué rechazas mi promesa?

¿No ves que me quedo rendido?
¿Vas también a abandonarme
Porque no he de trasladarme?
¿No basta verme tan herido?
Pese a estar solo y desvalido,
Envié a mi corazón paciente
Cantando mi amor ardiente,
Muy al sur y hasta tu alma,
Lo dejé sangrar sobre tu palma
Porque vi amor emergente.

Arrepentida hoy te despides.
Que no me encariñe dices,
Que olvide todos tus matices.
Pero es mucho lo que pides

Sin embargo he de advertirte,
Que cuando cierres la ventana
Yo lanzaré mi última cana.
Y únicamente he de pedirte
Que tu decisión no vaya a herirte,
Pues otra amante ya me espera,
Aquí mismo en esta esfera,
Cercana, fiel y silenciosa,
Es mi propia soledad graciosa
Que ríe por creer que te supera.

Adiós amiga, adiós.
No extrañaré más tu calor.
Haré que por ti no siento amor,
Pues en el sofá ya somos dos.

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Mi vida te implora

Esa noche me quedé pensando
En lo impropio de mis dudas,
Que insensibles y tan crudas
Removieron tu pasado.

Sin mesura roí el hilo
Tan frágil que nos unía.
Purgo con esta poesía.
Te imploro con este estilo.
Mi alma está en un filo
Sangrando de imprudente,
Donde habitas hoy silente
Manchada de rojo y vacío,
Mientras mis labios de rocío
Me dicen que aún te sienten.

¿Es acaso este intento
Una muestra de mi lucha
Cuya fuerza ya no hay mucha
Luego de un golpe violento?

De tu vida yo deseo
Sólo una parte pequeña,
Y ser aquel que sueña
Que pelea como Perseo.

Mas no malinterpretes mi dolor,
Que el corazón de amor no llora;
Pero bien sabido tiene ahora
Que la ausencia es mucho peor.
Pierde mi cuerpo ya calor,
Sin tus grandes palabras
Esas voces llamas bravas.
Hoy deseo morir por ellas
Y gozar esa muerte tan bella
Sin esperar que a mí te abras.

Sólo he de decirte
Que por mí no te preocupes,
De mi destino no te culpes
Que yo nada he de pedirte.
Sufriría más de herirte
Con este amor ligero;
Así este verso lisonjero
Es el que procura
Mantener tu vida pura
Y poner nada de “peros”.

Fui yo quien ignoró
Tu férrea decisión
De guardar el corazón
Aún si él me adoró.

De tu advertencia de perder
Te digo en serio que no temo,
Pues prefiero el pecho enfermo
Febril completo arder
Extinguiéndose al atardecer,
Que vivir con tu silencio,
Y tu ausencia golpear recio,
Sin tu amistad sobrevivir…
Ni tu venia ya pedir.
Por favor… pago su precio.

1 comentario:

Salami dijo...

Me encanta la manera en que escribes... es atrayente, envolvente y me hace querer seguir leyéndote.